Ubicación: Chicago, Illinois
La escuela secundaria Sarah E. Goode STEM Academy, que forma parte del sistema Escuelas Públicas de Chicago (Chicago Public Schools, CPS), tendrá un consumo considerablemente menor de energía y permitirá la entrada de mucha más luz natural en sus salones de clase gracias tan sólo a la influencia de un equipo integrado. Este singular proyecto sirve de comparación directa a un proceso convencional y demuestra que la integración conduce a resultados más respetuosos del medio ambiente cuando la sustentabilidad constituye una meta manifiesta del proyecto.
El proceso de diseño del nuevo plantel de la Sarah E. Goode STEM Academy se inició con un prototipo en que se definía gran parte del concepto: plano del terreno, volumetría,estructura, orientación, proximidades programáticas y elevaciones. A pesar de estas estrechas limitantes, Escuelas Públicas de Chicago y la Comisión de Construcciones Públicas de Chicago (Public Building Commission of Chicago, PBC), que administra el desarrollo de proyectos para las CPS y otras entidades de la ciudad, deseaban que el proyecto lograra la certificación LEED Plata. Afortunadamente, la PBC incluye un ecotaller intensivo como parte de su proceso convencional, y Helen J. Kessler, consultora en sustentabilidad de la firma HJKessler Associates, aprovechó el apoyo de la gerente de sustentabilidad de la PBC, Deeta Bernstein, para presentar los principios del diseño integrado y explorar opciones de diseño.
La meta establecida fue mejorar el desempeño energético y, a la vez, disminuir los costos iniciales y ofrecer a los estudiantes un buen entorno de aprendizaje. Valiéndose del lema “Todos desde el inicio involucrados en todos los asuntos” formulado en 2012 por la Integrative Process (IP) ANSI Consensus National Standard Guide (MTS, 2012), Kessler ayudó al equipo a centrar su atención en las relaciones entre los sistemas, para lo cual recurrió a un proceso integral, iterativo, no lineal. Además, desafió al equipo a pensar de forma innovadora, invitándolo a preguntarse: “¿cómo podemos mejorar el desempeño del prototipo sin cambiar la planta o la localización en el terreno?”. Durante la discusión se fueron perfilando algunas de las principales metas: aumentar la cantidad de luz natural, simplificar la construcción, reducir los costos, instrumentar un sistema de climatización más efectivo y procurar la participación de la comunidad. El taller intensivo incluyó a todos los miembros del equipo de diseño, entre los que figuraron la directora de STR Partners, arquitecta Jennifer Costanzo, el ingeniero mecánico Sachin Anand, de dbHMS, y el director de Jacobs/Ryan Associates, arquitecto paisajista Terry Ryan, así como representantes del sistema escolar y otros actores externos.
Después de múltiples iteraciones en que se tuvieron en consideración los costos y beneficios de un sistema de bomba de calor geotérmica, en lugar de un sistema mecánico estándar de azotea, con distribución variable del volumen de aire, el equipo optó por la bomba de calor, la cual hacía innecesaria una planta de azotea o la instalación de un complejo sistema de ductos a lo largo de la edificación. Se descubrió que la bomba de calor geotérmica, cuyo costo normalmente se considera mayor al de un sistema estándar, en realidad costaba menos. Esta solución también permitió la reducción de la altura entre pisos y, por consiguiente, la altura total de la edificación. El equipo utilizó entonces un proceso iterativo de modelización de luz natural y energía con el fin de decidir hasta qué punto ampliar las ventanas de los salones de clase para maximizar la iluminación natural. La estructura aligerada de la losa se sustituyó por otra, más estándar, de acero acabada en concreto, que permitía una mayor flexibilidad y facilitaba la construcción.
Convenientemente, otra escuela, mucho más cercana al prototipo original, lanzó una licitación al mismo tiempo que la Sarah E. Goode STEM Academy, lo que ofreció la posibilidad de hacer una comparación de costos reales. El diseño de la escuela Goode redujo el costo de la construcción por encima de 2 por ciento, y redujo, a su vez y de manera notable, el consumo de energía al tiempo que brindaba un mejor ambiente para el aprendizaje.
Otro resultado del proyecto fue la manera en que cambió la mentalidad de cada individuo. La gerente de sustentabilidad de la PBC se convirtió en “creyente” en cuanto a que el proceso de diseño integrador realmente funciona y que sí es posible ejecutar una construcción respetuosa del medio ambiente y a la vez disminuir los costos iniciales. La arquitecta Jennifer Costanzo también se volvió creyente: “Yo creía que como estábamos trabajando a partir de un prototipo, los talleres de diseño intensivos eran una pérdida de tiempo. Pero luego el propietario mismo sugirió valiosos cambios”, declaró luego a la revista Chicago Architect (Petersen, 2014).
Y, en ocasiones, es simplemente cuestión de suerte: el director de la escuela, quien no había estado involucrado de modo directo en la mayor parte de las discusiones en torno al diseño, en alguna ocasión participó en una reunión de construcción y escuchó que al proyecto le hacían falta sólo un par de puntos para lograr la certificación LEED Platino. Sin saber mucho acerca de la norma LEED, el director preguntó: “¿Qué es esta cosa ‘Platino’ y cómo es que no podemos hacerlo?” Kessler nunca antes había logrado que la CPS aprobase una encuesta de confort térmico, así que este asunto no había estado en las discusiones. Pero, con el apoyo del director, se obtuvo la aprobación tanto para la encuesta como para un par de créditos relacionados con otras operaciones. En la actualidad, algunos estudiantes trabajan en la encuesta de confort térmico, y el proyecto logró la certificación Platino.