Ubicación: Basalt, Colorado
El diseño y la ejecución integrales permitieron al Instituto de las Montañas Rocallosas (Rocky Mountain Institute, RMI) ampliar las fronteras del enfoque ecológico en su Centro de Innovación en Basalt, Colorado. Este proyecto busca llegar a ser una de las edificaciones energéticamente más eficientes de Estados Unidos y, a lo largo de ese proceso, dar con estrategias novedosas para la edificación sustentable. El diseño y la ejecución integrales están ayudando al RMI a lograrlo, gracias a un clima de confianza creado en el equipo del proyecto y la apertura de oportunidades para hablar de forma constructiva acerca del riesgo.
Se espera que el Centro de Innovación alcance una intensidad del consumo energético de 16 kBtu por pie cuadrado, en parte mediante una estrategia de calefacción y refrigeración totalmente pasiva (los únicos sistemas mecánicos se destinan a la ventilación y el sistema de calefacción localizado de reserva). Esto es solamente posible en los climas más fríos de los 48 estados continentales de Estados Unidos, por medio del diseño de umbrales de “confort adaptable”. Estos umbrales identifican amplios rangos de puntos de ajuste de temperatura para el confort humano, los cuales tienen en cuenta los seis factores que permiten a los humanos sentir calor o frío: velocidad y temperatura del aire, humedad, nivel de actividad, nivel vestimentario, y temperatura de la superficie radiante. Diseñar un espacio que pueda fluctuar entre 18 y 28 °C, en lugar de 21 y 24 °C, ofrece más posibilidades a la forma que puede tomar la construcción. Además, permite al equipo disminuir de manera significativa el tamaño de los sistemas mecánicos (o incluso eliminarlos), según Chris McClurg del RMI, quien añade que, “con todo, siempre existe el temor de qué sucede si no funciona”. Dado que el espacio de trabajo necesario para el número creciente de miembros de la organización y los beneficios del equipo del proyecto dependían de los resultados finales del proyecto en su conjunto, y no sólo del ámbito de acción del equipo, éste “tenía que encontrar la manera de hablar abiertamente acerca del riesgo”.
El RMI contrató a un consultor con el fin de facilitar el taller para la negociación del contrato de ejecución integral del proyecto (EIP) y para asegurarse de que todos los puntos se presentaran con claridad. Posteriormente dio un orden estricto a los procesos con el objeto de asegurar que las metas se formularan claramente y se comunicaran de manera fluida las decisiones. El equipo estableció un sistema modificado de planificación colaborativa por demanda (pull planning) para la fase de diseño, basado en la organización de reuniones semanales con el consultor para resolver los problemas que pudiesen surgir. El equipo de diseño se dividió geográficamente entre Portland, Oregón y Colorado. Según comentó Kathy Berg, de ZGF Architects, vista la situación en retrospectiva, sin las restricciones de esta doble ubicación geográfica, en ocasiones podría haberse caído en una forma de trabajo más convencional; sin embargo, el grupo continuó entablando conversaciones sobre una forma diferente de participación en el sentido de “‘integremos una mayor EIP’, lo que llegó a ser una especie de frase cifrada para actuar de manera más colaborativa”, afirmó la gerente de proyecto en RMI, Cara Carmichael.
Una vez establecido un proceso efectivo, el equipo logró generar la confianza necesaria para manejar los riesgos que suelen acompañar todo intento innovador. Según el presidente de Architectural Applications, John Breshears, el equipo realizó un radical replanteamiento de estrategias pasadas en materia de calefacción y refrigeración. En lugar de preocuparse por el espacio en su totalidad, el equipo se centró en la calefacción y refrigeración pasivas, justo en las áreas de mayor ocupación: cada persona tendría su propia hipersilla (hyperchair), una silla de escritorio que suministra calefacción y refrigeración directamente a su ocupante.
Otra decisión de diseño que el equipo atribuyó a su proceso integral fue el uso de madera contralaminada (cross-laminated timber, CLT). El proyecto enfrentaba limitaciones en cuanto a equilibrar el presupuesto respecto de la altura de la construcción, y la madera contralaminada ayudó a mantener una mayor altura de piso a piso con el fin de maximizar la entrada de luz natural y, al mismo tiempo, permitir la distribución de los sistemas mecánicos. “Contar con la presencia del contratista nos ayudó a comprender cómo el uso de madera contralaminada podía ayudar a recortar nuestra calendarización, puesto que la mayor parte del material es prefabricado”, afirmó Breshears. Así, gracias a ese material, el equipo de diseño determinó que podía utilizar escaleras rectas sin descansos, con el consiguiente ahorro de espacio muy valioso.
Además de todos los resultados tangibles generados por el proceso integral, el entorno de trabajo colaborativo afectó a los miembros del equipo del proyecto también en el plano personal. “En una forma muy positiva, éste ha sido uno de los proyectos más frustrantes en los que he trabajado —expresó Berg—. Constantemente debemos preguntarnos: ¿estamos esforzándonos lo suficiente?”
“Establecimos relaciones tan abiertas —comentó McClurg— que desearía que pudiésemos hacerlo de nuevo. ¿Cuánta gente podría afirmar lo mismo acerca de un proyecto en el que trabajó?”