En balance Volumen 16

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2 Análisis especial: transferencias fuera de sitio para disposición final en América del Norte, 2014-2018

2.3 Prácticas de disposición final de residuos y sus posibles impactos

2.3.2 Preocupaciones ambientales y de salud humana en relación con la eliminación de residuos industriales

Los residuos industriales se definen como los residuos generados en una instalación industrial que, por su volumen y características, pueden representar un riesgo para el medio ambiente y la salud humana y no pueden ser gestionados por los servicios municipales de recolección de residuos. Por ello, estas sustancias se encuentran reguladas bajo un marco jurídico distinto al aplicable a los residuos domésticos o residenciales. Para efectos del informe En balance, los residuos industriales se definen como aquellos contaminantes residuales que se derivan de sustancias fabricadas, procesadas o utilizadas en procesos industriales o de producción y  que deben manejarse de manera adecuada para evitar riesgos ambientales y a la salud de la población.

Los tipos de residuos industriales varían ampliamente y pueden tomar la forma de sólidos, líquidos, lodos o gases. Algunos son peligrosos; es decir, tóxicos, inflamables, corrosivos, explosivos, oxidantes o radiactivos, entre otros.[21] La EPA clasifica los residuos peligrosos —también designados residuos enlistados (“listed waste”)— en las llamadas listas F, K, P y U, publicadas en el Código de Reglamentos Federales (Code of Federal Regulations, CFR 40, parte 261).[22] Entre los muy diversos ejemplos de residuos industriales se incluyen los desechos de solventes usados, de procesos de galvanoplastia o electrochapado, de la conservación de la madera, de la fabricación de productos químicos y pesticidas, de la refinación de petróleo, etcétera.

El cuadro 7 proporciona algunos ejemplos de los tipos de residuos peligrosos generados por procesos industriales. Cada uno de estos tipos de residuos puede contener múltiples sustancias químicas, incluidas algunas de las que se encuentran en las listas recién mencionadas. Por ejemplo, los procesos de tinte y pintura en la fabricación de muebles pueden entrañar el uso de acetona, metanol, destilados de petróleo, pigmentos, tolueno y otras sustancias peligrosas (EPA, 2021h).

Cuadro 7. Ejemplos de residuos peligrosos generados por diversos sectores industriales

Adaptado a partir de: EPA (1986), Solving the Hazardous Waste Problem: EPA’s RCRA Program, y Lists of Hazardous Wastes, CRF, título 40, parte 261, subparte D.

Es importante tener en cuenta que otros tipos de residuos, aun si no se ajustan a la definición de peligrosos, pueden resultar perjudiciales de alguna manera. Por ejemplo, los nitratos contenidos en la escorrentía agrícola o los lodos de las plantas de tratamiento de aguas residuales pueden agotar el oxígeno en los cuerpos de agua receptores y provocar la eutrofización, que a su vez afecta a las poblaciones de peces y plantas acuáticas.

Riesgo por exposición a sustancias peligrosas

La amplia gama de sustancias reconocidas como potencialmente dañinas sugiere que gran parte de los residuos generados por actividades industriales en América del Norte pueden considerarse peligrosos de una forma u otra. De hecho, la mayoría de las sustancias consideradas peligrosas en un país lo son también en los otros dos países.[23] Los residuos con contenido de sustancias RETC revisten interés a escala no solamente regional sino también global dadas sus características intrínsecas en términos de toxicidad, bioacumulación y persistencia. Tal es el caso de elementos como plomo, mercurio, cadmio, arsénico y cromo, y también de sustancias clasificadas como contaminantes orgánicos persistentes (COP). A la luz de estos y otros factores se desprende la necesidad de controlar el uso y producción de tales sustancias, así como su gestión o eliminación ambientalmente adecuadas.

En Canadá, Estados Unidos y México las sustancias RETC están sujetas a los requisitos de registro específicos de cada programa. Dadas sus características de volatilidad y solubilidad, o bien como resultado de fenómenos como la lixiviación, algunas de estas sustancias tienden a migrar a otros lugares, lo que dificulta su control. Por ello, la cooperación entre dependencias de gobierno o países es necesaria, a fin de identificar sitios posiblemente contaminados o poblaciones expuestas a sustancias RETC.

En la plataforma En balance en línea, las sustancias RETC se clasifican en cuatro categorías de acuerdo con el riesgo que significan para el ser humano o el medio ambiente (véase el cuadro 8).

Cuadro 8. Clasificación de las sustancias o contaminantes RETC por sus riesgos para la salud humana y el medio ambiente

Fuentes: CCA, 2014; OEHHA, 2021; EPA, 2022a.

Para cada sustancia, las características y riesgos enlistados en este cuadro pueden presentarse de manera independiente o en forma agregada. Como se menciona en el capítulo 1 (véase la figura 8), a efecto de determinar el riesgo que una sustancia representa para un organismo, sistema o (sub)población objetivo, es necesario contar con información relacionada con varios factores, entre los que se incluyen la toxicidad y el tipo de sustancia en cuestión, así como la ruta de exposición. Las evaluaciones de riesgos químicos para la salud humana pueden efectuarse mediante el análisis de la exposición ya sea pasada, presente o incluso futura a cualquier sustancia química que se encuentre en aire, suelo, agua, alimentos, productos de consumo u otros materiales, y pueden tener carácter cuantitativo o cualitativo (OMS, 2017). Además, pueden ayudar a identificar el riesgo de la exposición en instalaciones de almacenamiento, tratamiento o confinamiento de residuos. Cabe aclarar que la evaluación ambiental consiste en efectuar una comparación entre el nivel de concentración de una sustancia en el medio ambiente y el nivel de concentración en el que ocurre un efecto ambiental, tomando en consideración rutas de exposición, niveles de organización (de organismos, poblaciones, comunidades, ecosistemas) y especies de flora y fauna presentes

En el Informe sobre el Medio Ambiente (Report on the Environment, ROE), la EPA evalúa nueve indicadores de enfermedad (asma, malformaciones o anomalías congénitas, cáncer, enfermedades cardiovasculares, cáncer infantil, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedades infecciosas, bajo peso al nacer y parto prematuro) para los cuales la exposición a contaminantes ambientales puede constituir un factor de riesgo (EPA, 2020b). Uno de los indicadores relacionados con la exposición ambiental a altos niveles de contaminantes, como bifenilos policlorados (BPC) o mercurio, son las malformaciones congénitas, definidas como anomalías estructurales o funcionales que se presentan al nacer o en edad muy temprana y que dan lugar a discapacidades físicas o cognitivas (EPA, 2020a). De manera similar, contaminantes como el plomo son un factor de riesgo de parto prematuro (EPA, 2019b). Los ejemplos para ciertos tipos de cánceres incluyen el de pulmón por la exposición al radón y el de piel por el arsénico (EPA, 2020a).

Por otra parte, la Agencia para el Registro de Sustancias Tóxicas y Enfermedades (Agency for Toxic Substances and Disease Registry, ATSDR) proporciona información sobre los efectos nocivos para la salud relacionados con la exposición a sustancias peligrosas; por ejemplo, la afectación a sistemas de órganos se presenta en el cuadro 9. Cabe aclarar que en la mayoría de los casos los factores de riesgo para el desarrollo de estas afecciones son multifactoriales y que el desarrollo de una enfermedad en particular depende de la magnitud, duración y momento de la exposición. Estas condiciones pueden estar asociadas a ciertos de contaminantes u otros parámetros medioambientales, pero a menudo no se les puede vincular directamente. Las oportunidades y desafíos que las autoridades ambientales y de salud pública enfrentan tienen que ver con la obtención de información sobre la exposición a sustancias peligrosas que permita analizar el riesgo que éstas significan y su vínculo con los impactos ambientales o en la salud.

Cuadro 9. Sistemas de órganos que pueden resultar afectados por la exposición a sustancias peligrosas

Fuente: ATSDR, 2011.

Efectos ambientales y de salud asociados a la disposición final de residuos industriales

Los RETC se han consolidado en el ámbito mundial como un medio para que los establecimientos industriales registren las emisiones y transferencias de contaminantes asociadas a sus actividades. Las sustancias RETC registradas como transferencias fuera de sitio para disposición final suelen corresponder a volúmenes de residuos manejados en condiciones controladas y sujetos a requisitos normativos que especifican las condiciones técnicas de seguridad que rigen su manejo. En contraste, procedimientos inadecuados de manejo de los residuos en cualquiera de las etapas de gestión —incluidos almacenamiento, transferencia o tratamiento— pueden generar fugas o derrames que, a su vez, ocasionen el transporte o depósito de sustancias riesgosas en corrientes de agua superficial o subterránea, su volatilización y transporte en el aire, o su retención en organismos vivos. Si bien las actividades de eliminación o disposición final de residuos deben apegarse a las mejores prácticas para garantizar la seguridad del personal a cargo de su manejo y evitar que sustancias nocivas entren en contacto con organismos vivos o el medio ambiente, habrá ocasiones en que las condiciones inseguras dentro y fuera de las instalaciones provoquen que los residuos se derramen o reaccionen entre sí, dando lugar a contingencias como las que se mencionan en el cuadro 10.

Cuadro 10. Contingencias relacionadas con el manejo inadecuado de residuos industriales

Adaptado de Sánchez, 2003.

Por otra parte, en las distintas etapas del manejo de los residuos, como el tratamiento o la disposición final, una fracción de los residuos puede ser liberada al ambiente. Por ejemplo, en el caso de la incineración de residuos peligrosos, las cenizas generadas a partir de la combustión tendrán que enviarse a disposición final, ya que contendrán trazas de sustancias peligrosas. Este proceso puede conllevar la transferencia fuera de sitio hacia un lugar de confinamiento controlado, donde se deberán establecer condiciones rigurosas para asegurar la conservación de las cenizas en celdas de confinamiento y evitar el contacto con cualquier organismo vivo o su liberación al medio ambiente. De manera similar, en otros procesos pirolíticos, como el coprocesamiento, la termo-valorización (recuperación térmica), o la generación de energía a partir de biomasa, si no se cuenta con sistemas de control avanzados pueden generarse emisiones de sustancias nocivas como dioxinas y furanos. Es por ello que los rellenos sanitarios e instalaciones de confinamiento controlado deben contar con sistemas y controles que eviten la quema de residuos a cielo abierto, misma que además da lugar a emisiones de carbono negro y de gas metano, ambos con alto potencial de calentamiento global.

Otro caso es el de los lodos de aguas residuales, que una vez tratados se utilizan más y más para aplicación en suelos: ya sea como fertilizantes en tierras agrícolas, o como abono en sitios públicos como parques. Sin embargo, si estos residuos no son tratados adecuadamente y exceden lo establecido en cuanto a límites máximos permitidos de contaminantes (por ejemplo, metales pesados), pueden entonces generar un riesgo para la salud humana y los ecosistemas.

Los contaminantes se transportan en el ambiente mediante el movimiento de gases, líquidos y partículas sólidas a través del agua, el suelo o el aire, en combinación con factores climáticos, geomorfológicos o geohidrológicos. En el caso particular de la movilización de contaminantes por medio de un fluido, se requiere un mecanismo que facilite este fenómeno; por ejemplo, el escurrimiento superficial, la infiltración en el suelo y la percolación o desplazamiento en un medio poroso (Sánchez, 2003, p.70). La figura 10 presenta algunos de los mecanismos que dan lugar al movimiento de los contaminantes y que influyen en su disolución y destino final, incrementando o reduciendo su peligrosidad.

Figura 10. Mecanismos de transporte de contaminantes

Fuentes: AEMet, 2018; Sánchez, 2003; USEPA, 2016c.

Además de sus efectos negativos en el medio ambiente, los contaminantes generan otros fenómenos que pueden poner en riesgo a la biota. Tal es el caso de la biomagnificación, que ocurre cuando ciertas sustancias como los plaguicidas o metales pesados se dispersan en ríos o lagos, desde donde entran en la cadena trófica al ser ingeridos por organismos acuáticos como los peces, que a su vez son ingeridos por aves grandes, animales o seres humanos, con lo que los contaminantes van concentrándose en tejidos u órganos internos y acumulándose de esta manera a la cadena alimenticia (EPA, 2016b). En la figura 11 se ejemplifican, a grandes rasgos, algunos de los efectos negativos en el medio ambiente provocados por el movimiento de contaminantes.

Figura 11. Posibles impactos provocados por el movimiento de contaminantes

Existen preocupaciones en torno a los efectos ambientales y de salud asociados con las sustancias RETC transferidas para su eliminación en América del Norte. Organizaciones de la sociedad civil de los tres países han expresado su preocupación por los sitios contaminados, sobre todo en relación con plaguicidas residuales y metales pesados como plomo y mercurio, así como la exposición a contaminantes no intencionales como dioxinas y furanos. La contaminación “heredada” —como ocurre en el caso del Love Canal,[24] en Estados Unidos— es el resultado de residuos peligrosos que se arrojan, se dejan al aire libre o se manejan de manera inadecuada por parte de industrias, sitios de confinamiento u operaciones mineras.

Los siguientes son algunos ejemplos de preocupaciones específicas relacionadas con algunas prácticas de eliminación.

Disposición por inyección subterránea

Aunque se trata de una práctica que puede ser efectiva para el manejo de residuos, la inyección profunda despierta inquietudes debido a la posibilidad de dispersión de contaminantes. Existen dos formas de contaminación a través de las cuales los fluidos inyectados pueden migrar a los acuíferos:

Entre los factores clave a tener en cuenta figuran la cantidad de residuos inyectados y la proximidad entre pozos, para evitar generar una situación de presión de tal magnitud que desplace los residuos de un pozo a otro, provocando fugas de sustancias nocivas. Asimismo, la inyección de residuos incompatibles podría hacerlos reaccionar y dañar la infraestructura del sitio (EPA, 2001; Ferguson, 2014).[25]

Pozos de eliminación de residuos de la industria petrolera en Virginia Occidental, Estados Unidos

Un análisis de los pozos de eliminación de clase II en Virginia Occidental realizado en 2016 por el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (Natural Resources Defense Council, NRDC) reveló una serie de problemas continuos relacionados con la observancia del marco normativo ambiental. Los pozos de clase II son utilizados por la industria petrolera y de gas para mejorar la recuperación de petróleo en formaciones subterráneas o para eliminar las aguas residuales generadas por las actividades de exploración y producción. Los problemas encontrados incluyeron operaciones de inyección continuas con permisos vencidos; omisiones en la realización de pruebas de integridad mecánica con la frecuencia necesaria, y más de la mitad de los pozos abandonados o fuera de operación sin “tapones” o sellos en conformidad con los requerimientos establecidos, en algunos casos incluso después de diez años.[26]

Ese mismo año, la EPA compiló información basada en múltiples estudios que caracterizaron las aguas residuales de las operaciones de explotación de petróleo y gas, cuyos componentes detectados incluyeron sólidos disueltos y suspendidos totales; cloruro; aceite y grasa; benceno, tolueno, etilbenceno y xilenos; metales como bario, estroncio y magnesio; componentes radiactivos, y otros contaminantes. Entre las seis vías principales identificadas por la EPA para la migración de dichos componentes de las aguas residuales al agua potable se encuentran las fallas en el revestimiento de la tubería de los pozos, así como la migración desde pozos abandonados que no fueron sellados correctamente.

Confinamiento en rellenos sanitarios o embalses superficiales

Las preocupaciones relacionadas con el confinamiento de sustancias peligrosas en rellenos sanitarios y embalses superficiales se relacionan con las posibles vías para la liberación de contaminantes, a saber:

Por lo tanto, contar con información sobre los tipos y cantidades de las sustancias contenidas en un relleno sanitario o un embalse superficial puede ayudar en el manejo de los impactos de las posibles emisiones asociadas.

Estanques de cenizas de carbón en Estados Unidos

Los residuos de combustión de carbón, o cenizas de carbón, son subproductos de la combustión de carbón generados por las plantas carboeléctricas. La ceniza de carbón contiene contaminantes como mercurio, cadmio y arsénico asociados con el cáncer y otros efectos graves para la salud. En 2012, se generaron aproximadamente 110 millones de toneladas de cenizas de carbón, 40% de las cuales se utilizó de manera beneficiosa (por ejemplo, en cemento), en tanto que el 60% restante se eliminó en embalses superficiales y vertederos (comúnmente conocidos como estanques de cenizas de carbón; en inglés: coal ash ponds) con una superficie de medio kilómetro cuadrado (120 acres) y 12 metros (40 pies) de profundidad promedio.[27]

En 2019, una organización no gubernamental (ONG) ambientalista colaboró en la compilación y el análisis de los datos de monitoreo de aguas subterráneas publicados por más de 200 centrales carboeléctricas o sitios de eliminación de cenizas de carbón, en cumplimiento del Reglamento sobre la Eliminación de Cenizas de Carbón (Coal Ash Disposal Rule) de 2015, normativa por la que se establecieron requisitos para el monitoreo de aguas subterráneas en las inmediaciones de embalses de depósito de cenizas de carbón, con la obligación para las compañías eléctricas de hacer públicos los datos correspondientes a partir de 2018. Los datos compilados cubren más de 550 estanques y embalses de cenizas de carbón individuales monitoreados mediante más de 4,000 pozos de monitoreo de aguas subterráneas, lo que representa alrededor de 75% de las centrales carboeléctricas del país.

Una comparación de tales datos de monitoreo con respecto de estándares y avisos gubernamentales en materia de salud reveló la existencia de agua contaminada en el subsuelo debajo de la mayoría de las plantas en el análisis. Más del 50% de los sitios registraron niveles peligrosos de arsénico y litio —contaminantes conocidos por su potencial para causar daños neurológicos— y diez sitios tuvieron concentraciones de éstos y otros contaminantes (por ejemplo, cadmio, cobalto, selenio, molibdeno) de entre 100 y 500 veces por arriba de los niveles seguros reconocidos.[28] Uno de estos sitios, la central eléctrica Big Sandy, en Kentucky, se incluyó en la lista de la EPA de sitios de alto riesgo toda vez que el agua subterránea en el lugar contiene niveles peligrosos de arsénico, radio, cobalto, sulfato, berilio y litio.[29]

En enero de 2022, la EPA anunció que hará cumplir el Reglamento sobre la Eliminación de Cenizas de Carbón de 2015 a fin de atender la problemática de los más de 500 estanques de cenizas de carbón sin revestimiento en Estados Unidos.[30]

Áreas de manejo de residuos de arenas bituminosas en Alberta, Canadá

Las instalaciones canadienses de extracción de petróleo y gas y otras instalaciones mineras pueden eliminar sus relaves (residuos) en áreas de gestión, ya sea en el lugar (in situ) o en ubicaciones fuera del sitio. En 2017, un ciudadano y dos ONG canadienses presentaron la petición por medio del mecanismo de la CCA para promover el cumplimiento y la aplicación de la legislación ambiental. Los peticionarios afirmaron que el gobierno de Canadá estaba incurriendo en omisiones en la aplicación efectiva de las disposiciones de prevención de la contaminación de la Ley de Pesca (Fisheries Act), en relación con la presunta fuga e infiltración a través de aguas subterráneas y suelos circundantes de sustancias nocivas de estanques de residuos de arenas bituminosas hacia aguas superficiales frecuentadas por peces en el noreste de Alberta.

Las aguas afectadas por el proceso de explotación de arenas petrolíferas o bituminosas (en inglés: oil sands process-affected water, OSPW) contienen una mezcla de contaminantes subproducto de los relaves o residuos generados por las operaciones de extracción petrolera: ácidos nafténicos, metales pesados y otras sustancias tóxicas que resultan de la separación del betún mediante métodos de extracción a cielo abierto. Los estanques de residuos de arenas bituminosas están diseñados y construidos para almacenar temporalmente los lodos y aguas residuales (OSPW) y permitir que las partículas finas contenidas en los relaves se asienten y compacten (con el peso de agua que las cubre). Sin embargo, debido a los desafíos que entraña el mantener la integridad estructural de las paredes de los estanques, las OSPW se infiltran lentamente a través de las paredes porosas de los mismos.

En su respuesta a la petición, el gobierno canadiense reconoció que no existe reglamentación federal alguna que rija de manera directa el depósito de sustancias nocivas en los estanques de residuos de arenas bituminosas. Sin embargo, en el marco de la Ley de Pesca (Fisheries Act), se está formulando actualmente disposiciones reglamentarias en materia de efluentes de arenas petrolíferas para prohibir el depósito de OSPW en general —incluidas las contenidas en estanques de residuos— en aguas frecuentadas por peces o en cualquier lugar desde donde las aguas residuales pudieran ingresar en tales cuerpos de agua y afectar el ecosistema.[31]

Ruptura de presa de relaves mineros en Sonora, México

Un derrame en la mina Buenavista del Cobre —operada por Grupo México—, en Sonora, México, ocurrido en 2014 a causa de una tubería rota en un estanque de relaves ácidos de cobre, provocó el vertimiento de aproximadamente 40,000 m3 de una solución altamente ácida y cargada de metal en el arroyo Las Tinajas, que desemboca en el río Bacanuchi y luego en el río Sonora. Los impactos iniciales del derrame se extendieron 90 km río abajo, lo que generó profunda preocupación respecto de los efectos en la vida acuática, el agua potable y las economías de siete comunidades (Gobierno de México, 2014; Díaz Caravantes et al., 2016; Jamasmie, 2014; Gutiérrez Ruiz y Martín Romero, 2015).

Aplicación en suelos

Aunque la aplicación en suelos de biosólidos y otros residuos tratados y estabilizados se considera una alternativa de solución a procesos de empobrecimiento del suelo (generalmente debido al uso agrícola intensivo) o deseable para bosques u otras tierras, lo cierto es que prevalecen motivos de preocupación en relación con el control y el tratamiento adecuado de los contaminantes contenidos en dichos residuos, inquietud que ha sido expresada por varias partes interesadas, incluidos los gobiernos.

Monitoreo insuficiente de las sustancias contenidas en biosólidos en Estados Unidos

En un informe de la Oficina del Inspector General de la EPA publicado en noviembre de 2018 se identificaron deficiencias en los controles de la agencia con respecto a la aplicación de lodos de aguas residuales (biosólidos) en suelos, con repercusiones la salud humana y el medio ambiente. Si bien la EPA contaba con procesos y protocolos para el monitoreo constante de los biosólidos a fin de detectar la presencia de nueve contaminantes regulados (metales pesados), en la práctica carecía del personal, datos y herramientas de evaluación de riesgos necesarios para evaluar la seguridad de 352 contaminantes identificados en los biosólidos (incluidos productos farmacéuticos, esteroides y retardantes de llama) en estudios realizados entre 1989 y 2015. De ese total, 61 sustancias contaminantes están designadas como altamente peligrosas, peligrosas o prioritarias en otros programas. La Ley de Agua Limpia (Clean Water Act, CWA), exige a la EPA revisar la normativa en materia de biosólidos cuando menos cada dos años para identificar contaminantes tóxicos adicionales y promulgar la reglamentación correspondiente (EPA 2018a).

Falta de tratamiento de lodos antes de su eliminación o disposición final en México

Las autoridades mexicanas han reconocido que, en ocasiones, no se respetan los lineamientos establecidos para la aplicación de biosólidos y lodos de aguas residuales, y que estos materiales están siendo aplicados en suelos agrícolas sin haber recibido un tratamiento adecuado (Conagua, 2015). Varios estudios han mostrado que las plantas de tratamiento de aguas residuales disponen sus lodos, sin tratamiento previo, a cielo abierto o en terrenos que no han sido acondicionados para este fin (Ortiz et al., 1995; Cardoso et al., 2000). De acuerdo con los resultados de una auditoría realizada en una planta de tratamiento en Ensenada, Baja California, en 2016, los lodos residuales estaban siendo simplemente mezclados con otros materiales y eliminados in situ, en el terreno de la planta misma (Ramírez et al., 2016).[32]

Los ejemplos anteriores revelan que quedan muchas áreas de oportunidad para formular y fortalecer estándares ambientales y de seguridad en relación con la eliminación o disposición final de sustancias peligrosas. Ello es relevante no sólo en el ámbito nacional, sino también por cuanto concierne a las transferencias transfronterizas de residuos peligrosos para su eliminación.

Transferencias transfronterizas de residuos industriales en América del Norte: consideraciones ambientales, sociales y económicas

El rastreo de movimientos transfronterizos es uno de los aspectos de preocupación lo mismo regional que global asociados al manejo de residuos industriales. Canadá, Estados Unidos y México son signatarios del Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación, que establece que las transferencias transfronterizas de desechos han de realizarse única y exclusivamente para el tratamiento de residuos previo a su disposición final, o para su reaprovechamiento en alguna de las formas de reciclaje o valorización.[33]

La plataforma En balance en línea incluye datos sobre movimientos transfronterizos de sustancias registradas en los programas RETC de los tres países. Los datos correspondientes al periodo 2014-2018 reflejan transferencias transfronterizas por cantidades que varían entre 208 millones y casi 270 millones de kilogramos por año (véase la figura 9).[34] La mayor parte de tales transferencias fueron para reciclaje, y en menor medida para tratamiento o recuperación de energía. Los contaminantes transferidos a través de las fronteras con fines de eliminación se enviaron principalmente a rellenos sanitarios o embalses superficiales, así como a instalaciones para su estabilización o tratamiento previo a la eliminación.

La selección de la tecnología o tipo de tratamiento que deben recibir los residuos industriales depende de diferentes factores, entre los que figuran: aspectos técnicos asociados a las características y volúmenes de los residuos generados; cuestiones económicas relacionadas con la oferta y la demanda; consideraciones legales y de regulación ambiental (en los ámbitos nacional, regional o internacional), y condiciones locales, como por ejemplo el espacio donde se establecerán las instalaciones, los riesgos ambientales y sociales, y el impacto en la planeación del uso de suelo y los ordenamientos territoriales a largo plazo.

En general, las tecnologías o procesos de tratamiento y eliminación de residuos se pueden clasificar en orden descendente en función de su costo, de la siguiente manera:

Si bien los centros de almacenamiento, reciclaje, tratamiento o disposición final de residuos son una fuente de empleo y proporcionan beneficios a la economía local y a las comunidades en las que se asientan, también pueden representar riesgos para la salud y los ecosistemas cuando han sido mal diseñados o su operación es deficiente. No obstante, tales riesgos se reducen considerablemente cuando los sistemas de manejo cumplen con la normatividad aplicable. El manejo adecuado de los residuos industriales considerados peligrosos siempre ha sido motivo de preocupación, tanto por parte de las autoridades responsables de su manejo, como de las comunidades donde se asientan las industrias generadoras y los sitios o instalaciones de tratamiento o disposición final, así como las comunidades que se ubican en las rutas de transporte. La percepción de la sociedad es que los sitios de disposición final constituyen un riesgo latente, simplemente por ser lugares de confinamiento para residuos peligrosos; por ello, suele haber oposición pública en relación con su presencia en las comunidades o en su cercanía.

En América del Norte, el transporte de residuos peligrosos se realiza generalmente por vía terrestre o ferroviaria, a menudo pasando por áreas pobladas y, por ende, con el potencial de afectar negativamente la salud de los ecosistemas y los residentes locales. Los tres países cuentan con sistemas de autorización para el transporte de residuos peligrosos, así como con un sistema de registro y rastreo que les permite dar seguimiento a los residuos desde su punto de origen hasta su destino final. Sin embargo, existe incertidumbre sobre la disposición final fuera de sitio cuando tales residuos se entregan a un tercero contratado para ocuparse de la eliminación, particularmente si se trata de cruzar fronteras nacionales (CCA, 2011).

En 1965, con el objetivo de facilitar el comercio y el desarrollo económico del país, el gobierno mexicano creó el programa IMMEX (Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación), también conocido como el “Programa Maquiladora”, por el que los fabricantes pueden importar equipos, materiales y componentes de ensamblaje libres de impuestos, siempre que sean para la producción de mercancías que al final serán enviadas fuera del país. Actualmente, casi 3,000 empresas maquiladoras operan en México, aproximadamente 90% en la zona fronteriza. Estas compañías —muchas de ellas plantas de montaje o transformación— representan 55% de las exportaciones manufactureras de México hacia otros países, especialmente Estados Unidos. Entre los sectores que hacen uso de las maquiladoras figuran múltiples industrias: automotriz, aeroespacial, electrónica y aparatos electrodomésticos, textil y de confección, y joyería, además de empresas de servicios como centros de llamadas, servicios logísticos, grupos de asesoría financiera, etcétera (NTCD, 2020).

Uno de los focos del intercambio comercial en el marco del programa IMMEX es la importación temporal de residuos relacionados con servicios de desmontaje de piezas para su reutilización y reciclaje (SE, 2008). Como se mencionó ya, aproximadamente 98% de las transferencias transfronterizas de residuos tienen como objetivo el reciclaje. Las empresas mexicanas que se dedican al reciclaje de productos o residuos con contenido de sustancias RETC son en gran medida empresas maquiladoras, con plantillas laborales integradas en muchos casos por mujeres operadoras. Es importante tener en cuenta el hecho de que las mujeres —y especialmente las mujeres embarazadas (debido a las posibles implicaciones para la salud en el desarrollo prenatal)— suelen ser más vulnerables a los impactos en la salud derivados de la exposición a las sustancias RETC.

Los desechos sólidos urbanos y los desechos especiales (por ejemplo, de las obras de construcción) también pueden entrañar riesgos. Si bien en México se les considera una categoría distinta de los residuos peligrosos y se les regula por separado, lo cierto es que su manejo requiere consideración especial. Un elemento importante, especialmente para México, es la incorporación de esquemas formales de empleo para los recolectores informales, quienes históricamente han desempeñado su labor en condiciones por demás precarias, con ingresos muy bajos y con elevados riesgos para su salud. Tales políticas de empleo incluyen, por ejemplo, programas orientados a capacitar e incorporar a este tipo de trabajadores en el ciclo productivo formal, brindándoles oportunidades para mejorar sus condiciones sociales y económicas. Otro elemento de fundamental importancia al respecto es el fomento de la equidad de género en el manejo de residuos y, especialmente, la separación de residuos. Tradicionalmente, se suele desconocer o minimizar la participación de la mujer en este tipo de actividades; sin embargo, resulta cada día más común que las mujeres participen en diversos empleos y oficios relacionados con este sector.

Bajo el Acuerdo de La Paz de 1983, suscrito entre Estados Unidos y México para proteger y mejorar el medio ambiente a lo largo de su frontera compartida, los dos países han emprendido una serie de iniciativas, la última de las cuales es el Programa Frontera 2025. Un objetivo clave de este programa es potenciar el Mecanismo Consultivo Binacional, vigente desde el año 2000, mediante el cual se comparte información relativa a las instalaciones de manejo de residuos peligrosos y las plantas de reciclaje de baterías de plomo-ácido y de electrónicos usados en la zona fronteriza. Este mecanismo se desarrolló en reconocimiento de la preocupación pública con respecto a las instalaciones de almacenamiento, tratamiento y eliminación de residuos (Semarnat y EPA, 2021).[35]

Transferencias transfronterizas de baterías de plomo-ácido usadas en América del NorteEl informe de la CCA ¿Comercio peligroso? Estudio sobre las exportaciones de baterías de plomo-ácido usadas generadas en Estados Unidos y el reciclaje de plomo secundario en Canadá, Estados Unidos y México, publicado en 2013, tuvo como propósito abordar las preocupaciones sobre un aumento en las exportaciones estadounidenses de baterías de plomo-ácido usadas, principalmente a México, como resultado del establecimiento de normas más estrictas sobre calidad del aire ambiente y emisiones de plomo en Estados Unidos en 2008 y 2012, respectivamente. Este aumento de dichas exportaciones a su vez se tradujo en un mayor riesgo de exposición al plomo por parte de los trabajadores y los habitantes de localidades en los alrededores de ciertas instalaciones de reciclaje en México. El documento reveló que más de 50% de las fundiciones secundarias de plomo en ese país no habían notificado sus emisiones de plomo al RETC, en parte por falta de claridad respecto a si tales instalaciones podrían clasificarse como plantas de reciclaje y, por lo mismo, no estar sujetas a los correspondientes requerimientos de registro para emisiones al aire. Las recomendaciones del informe sentaron el camino para el establecimiento de estándares claros para las fundiciones secundarias de plomo, así como el registro de sus emisiones de plomo en conformidad con el programa RETC de México.[36]

Los nuevos estándares derivados de las recomendaciones del informe de la CCA cubren no solamente las emisiones al aire de las fundiciones secundarias de plomo activas, sino también los riesgos de contaminación derivados de las operaciones abandonadas. Una de esas instalaciones abandonadas es la antigua fundición de plomo y maquiladora de reciclaje de baterías denominada Metales y Derivados, subsidiaria en Tijuana, Baja California, de una empresa estadounidense. Como se describe en el expediente de hechos que la CCA publicó en 2002 en el marco del proceso de peticiones sobre aplicación de la legislación ambiental (mecanismo SEM), este sitio abandonado constituía un peligro para la comunidad cercana porque estaba contaminado con aproximadamente 6,000 toneladas de escoria de plomo, ácido sulfúrico, antimonio, arsénico y cadmio de fácil propagación debido a la exposición al viento y lluvia. El escrutinio público resultó en la remediación del sitio en 2008.[37]

[21] Véanse: Gobierno de Canadá (2017), “Guide to Hazardous Waste and Hazardous Recyclable Material Classification: chapter 2”; EPA (2016), “Hazardous Waste Types: Characteristic Wastes”; Semarnat (2019), “Residuos peligrosos”.

[22] CFR, “Lists of Hazardous Wastes” [Listas de residuos peligrosos], Code of Federal Regulations [Código de Reglamentos Federales], título 40, capítulo I, subcapítulo I, parte 261.

[23] Véanse: la lista canadiense de sustancias prioritarias, CEPA Priority Substance Lists; la página de recursos sobre sustancias prioritarias de la Agencia para el Registro de Sustancias Tóxicas y Enfermedades de Estados Unidos, ATSDR Substance Priority List (SPL) Resource Page, y diversas evaluaciones y listas de sustancias de México, en: “Sustancias químicas: datos y recursos”. Asimismo, consúltense la guía sobre clasificación de residuos peligrosos y materiales reciclable de Canadá: “Export and Import of Hazardous Waste and Hazardous Recyclable Material Regulations – Guide to Hazardous Waste and Hazardous Recyclable Material Classification” y la actualización 2010-2013 del Inventario Nacional de Sustancias Químicas de México.

[24] El Love Canal, ubicado en Niagara Falls, Nueva York, fue dragado con el propósito de proporcionar electricidad económica a la industria. Entre 1942 y 1953, la Hooker Electrochemical Co. desechó más de 21,000 toneladas de productos químicos peligrosos en el canal abandonado, contaminando el suelo y las aguas subterráneas (hecho confirmado por estudios realizados en las décadas de 1960 y 1970). En 1983, la EPA colocó el sitio en la lista de sitios de prioridad nacional del programa Superfondo (Superfund: National Priorities List [NPL]). Véase al respecto el mapa narrativo “Love Canal: The Disaster that Inspired the Superfund”.

[25] Consúltese también el informe de Simpson y Lester (2009), publicado por el Centro para la Salud, el Medio Ambiente y la Justicia (Center for Health, Environment and Justice, CHEJ), con ejemplos de problemas de inyección subterránea en Estados Unidos: Deep Well Injection an Explosive Issue [Inyección en pozos profundos: asunto explosivo].

[26] NRDC (2019), West Virginia’s groundwater is not adequately protected from underground injection [Las aguas subterráneas de Virginia Occidental no están adecuadamente protegidas de la inyección subterránea], Natural Resources Defense Council, abril de 2019.

[27]How and where is coal ash currently generated and disposed?” [¿Cómo y dónde se genera y elimina el polvo de carbón?], en la página de la EPA con preguntas frecuentes en torno al Reglamento sobre la Eliminación de Cenizas de Carbón (Coal Ash Disposal Rule) de 2015.

[28] EIP (2019), Coal’s Poisonous Legacy: Groundwater Contaminated by Coal Ash Across the US [El legado nocivo del carbón: aguas subterráneas contaminadas por ceniza de carbón en todo Estados Unidos], Environmental Integrity Project, 4 de marzo de 2019.

[29] EIP (2018), “Big Sandy Plant”, en el sitio de rastreo de ceniza de carbón Ashtracker, Environmental Integrity Project.

[30] CNN (2022), “EPA begins enforcement on clean up of toxic coal-ash ponds” [Inicia la EPA actividades de aplicación de la legislación en relación con la limpieza de estanques de cenizas de carbón tóxicos], 11 de enero de 2022.

[31] CCA (2020), Estanques de residuos en Alberta II: expediente de hechos relativo a la petición SEM-17-001, Comisión para la Cooperación Ambiental.

[32] SSWM, “Aplicación de lodo”, ficha técnica, Sustainable Sanitation and Water Management Toolbox [Herramientas para el Saneamiento y la Gestión Sostenible del Agua].

[33] Si bien los tres países son signatarios del Convenio, sólo Canadá y México lo han ratificado (véase el apartado 2.3.3).

[34] En general, el total de emisiones y transferencias registrado cada año es mucho más bajo en México que en Canadá y Estados Unidos. Como se mencionó ya antes, el lector puede consultar el sitio web del NPRI para obtener datos corregidos o recientemente actualizados correspondientes a las transferencias transfronterizas en el periodo 2014-2018.

[35] Frontera 2025: Programa Ambiental México-Estados Unidos, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México (Semarnat) y Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, 2021.

[36] CCA (2013), ¿Comercio peligroso? Estudio sobre las exportaciones de baterías de plomo-ácido usadas generadas en Estados Unidos y el reciclaje de plomo secundario en Canadá, Estados Unidos y México, Comisión para la Cooperación Ambiental.

[37] CCA (2002), Metales y Derivados: expediente de hechos relativo a la petición SEM-98-007, Comisión para la Cooperación Ambiental.

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